Europa aplaza las obligaciones de reducción de emisiones para vehículos

El 8 de mayo de 2025, el Parlamento Europeo y el Consejo de la UE aprobaron flexibilizar los objetivos anuales de reducción de emisiones de CO₂ para turismos y furgonetas nuevos. En lugar de exigir el cumplimiento anual entre 2025 y 2027, se permitirá calcular la media de emisiones de esos tres años. Esto otorga a los fabricantes dos años adicionales para alcanzar una reducción del 15% respecto a los niveles de 2021, manteniendo intactas las metas de 2030 (55% de reducción) y 2035 (100% de vehículos libres de emisiones).

Contexto y antecedentes legislativos
La normativa vigente establecía una reducción anual del 15% en las emisiones medias de CO₂ entre 2025 y 2029. Incumplir estos objetivos habría generado multas estimadas entre 2.000 y 16.000 millones de euros para el sector. La propuesta de flexibilización surgió de la Comisión Europea como parte de su plan de acción industrial presentado en marzo de 2025, tras un diálogo estratégico con fabricantes y otros actores clave. El procedimiento de urgencia permitió su aprobación en menos de dos meses.

Principales cambios introducidos

  1. Periodo de cumplimiento ampliado: Los objetivos de reducción para 2025, 2026 y 2027 se evaluarán como una media trianual, no anual.
  2. Metas a largo plazo inalteradas: Los objetivos de 2030 y 2035 se mantienen, asegurando la hoja de ruta hacia la descarbonización total.
  3. Entrada en vigor: La reforma se aplicará tras su revisión jurídica y lingüística, prevista para finales de mayo de 2025.

Reacciones de la industria y asociaciones

  • Fabricantes europeos: La Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (ACEA) valoró positivamente la medida, destacando que aporta «predictibilidad» para gestionar costes y demanda. No obstante, pidió más inversión en infraestructura de recarga y energía asequible.
  • Grandes grupos automovilísticos: Renault y Stellantis solicitaron normas específicas para vehículos pequeños, argumentando que las exigencias actuales afectan su competitividad.
  • ONG medioambientales: Organizaciones como Transporte y Medio Ambiente (T&E) criticaron el retraso, señalando que las ventas de vehículos eléctricos ya superan el 15% en Europa, lo que demuestra la capacidad de cumplir los plazos originales.

Impacto en el mercado e innovación

  • Cadena de suministro: La prórroga aliviará tensiones en la producción de baterías y componentes electrónicos, actualmente afectados por cuellos de botella y altos costes de materias primas.
  • Competitividad internacional: La medida busca equilibrar la competencia frente a fabricantes de EE.UU., China y Asia, que operan con subsidios estatales. La UE anunció 1.800 millones adicionales para impulsar la producción local de baterías.
  • Investigación y desarrollo: Los fabricantes podrán destinar más recursos a tecnologías como pilas de combustible o materiales ligeros, sin penalizaciones inmediatas por excesos puntuales de emisiones.

Consecuencias para los consumidores

  • Plazos de lanzamiento: Podría retrasarse la llegada de algunos modelos eléctricos, al reducirse la presión para homologar nuevas plataformas.
  • Precios y oferta: Menor urgencia en la transición podría moderar el alza de precios en vehículos de combustión, pero también ralentizar la oferta de opciones asequibles eléctricas.
  • Incentivos nacionales: Países como España mantendrán programas de ayudas (MOVES III, Cambia 360), con subvenciones de hasta 7.000 euros para vehículos limpios y apoyo a infraestructura de recarga.

Perspectivas a medio y largo plazo

  1. Transición definitiva: La UE confía en que los objetivos de 2030 y 2035 mantendrán el impulso hacia la neutralidad climática en el transporte.
  2. Infraestructura crítica: Se espera un refuerzo de la red de carga pública, financiada con fondos europeos y planes nacionales.
  3. Evolución normativa: Esta prórroga podría sentar precedentes para futuras adaptaciones en seguridad, conectividad o emisiones.

El aplazamiento de las obligaciones de CO₂ equilibra ambición climática y realidades industriales. Su éxito dependerá de reforzar incentivos, infraestructuras y competitividad, mientras se mantienen las metas de 2030 y 2035. Europa enfrenta el desafío de no perder liderazgo en una industria automotriz global en plena transformación tecnológica y ecológica.