La movilidad compartida y su impacto en la sostenibilidad urbana
La movilidad compartida se ha afianzado como una pieza clave en la transformación del transporte urbano en España y Canarias. El carsharing, el motosharing y los sistemas de bicicletas y patinetes eléctricos compartidos no solo están redefiniendo la forma en que los ciudadanos se desplazan, sino que también ofrecen soluciones tangibles a los desafíos de la sostenibilidad. Este fenómeno impulsa la reducción de emisiones, la descongestión del tráfico y una mejora general de la calidad de vida en los núcleos urbanos.
1. Crecimiento y aceptación de la movilidad compartida
España
Las principales ciudades españolas, como Madrid, Barcelona, Valencia y Sevilla, han experimentado un notable incremento en la adopción de servicios de movilidad compartida. Según datos recientes, el carsharing ha seguido consolidándose, alcanzando casi 4 millones de viajes en 2024. El uso de vehículos compartidos es significativamente más intensivo que el del vehículo privado, que permanece estacionado más del 90% del tiempo.
En cuanto al uso de bicicletas, el Barómetro de la Bicicleta 2024 revela que cerca del 23% de los españoles la utiliza semanalmente. La integración de estos servicios en aplicaciones móviles y plataformas digitales ha sido fundamental para facilitar su acceso y mejorar la experiencia del usuario.
Canarias
En el archipiélago canario, la movilidad compartida gana terreno, especialmente en áreas urbanas y turísticas. Aunque los datos específicos de crecimiento de usuarios son más limitados, existen diversas iniciativas que demuestran su avance. En Tenerife, se ha puesto en marcha un proyecto piloto de movilidad compartida para el personal de hoteles en Costa Adeje, utilizando una aplicación de guaguas a la demanda para optimizar los traslados al trabajo.
Además, la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria ha impulsado el uso del coche compartido entre la comunidad universitaria a través de una aplicación móvil, con el objetivo de reducir el número de vehículos privados que acceden a los campus. Estos servicios se adaptan eficazmente a la orografía y a las distancias cortas de las islas, promoviendo desplazamientos más sostenibles.
2. Beneficios ambientales y económicos
La expansión de la movilidad compartida conlleva importantes beneficios:
- Reducción de emisiones: Al disminuir la dependencia del vehículo privado, se reduce la contaminación atmosférica y acústica. Las flotas de carsharing, por ejemplo, tienen una antigüedad media de 3,6 años, frente a los 14,2 años del parque automovilístico privado, lo que implica el uso de vehículos más eficientes y menos contaminantes.
- Menor congestión: La optimización en el uso de vehículos y el fomento del transporte multimodal contribuyen a aliviar los atascos y a mejorar la fluidez del tráfico.
- Ahorro económico: Los usuarios se liberan de los costes asociados a la propiedad de un vehículo (compra, seguro, mantenimiento y aparcamiento), pagando únicamente por el uso que hacen del servicio.
- Eficiencia del espacio urbano: Una menor necesidad de plazas de aparcamiento permite liberar suelo para otros usos, como zonas verdes, aceras más amplias o carriles bici.
3. Integración con transporte público y plataformas digitales
Lejos de competir, la movilidad compartida complementa al transporte público, ofreciendo soluciones para la «última milla». La integración a través de plataformas digitales permite a los usuarios planificar rutas multimodales, combinando diferentes medios de transporte para optimizar tiempo y costes. En Canarias, el gobierno está invirtiendo en la digitalización del transporte para facilitar esta integración y concienciar sobre el uso del transporte público.
4. Retos regulatorios, de seguridad y convivencia urbana
La rápida expansión de los vehículos de movilidad personal, como los patinetes eléctricos, ha generado desafíos en materia de regulación y seguridad vial. Para abordarlos, diversos ayuntamientos han desarrollado normativas específicas:
- En ciudades como Madrid, Vitoria o Zaragoza, se ha prohibido la circulación de patinetes por las aceras y se han establecido límites de velocidad.
- El uso del casco es obligatorio en muchos casos, especialmente para menores de edad o en determinadas vías, y se exige que los vehículos dispongan de elementos como timbre, luces y reflectantes homologados.
- Estas regulaciones buscan garantizar una convivencia segura y ordenada entre los nuevos modos de movilidad y los peatones.
5. Casos de éxito y perspectivas futuras
Barcelona es un claro ejemplo de éxito en la implantación de la movilidad compartida. Su sistema de bicicletas públicas, Bicing, ha contribuido a reducir el uso del vehículo privado en el centro de la ciudad. El Plan de Movilidad Urbana 2025-2030 de la ciudad tiene como objetivo que el 85% de los desplazamientos se realicen a pie, en bicicleta, patinete o transporte público.
Canarias, por su parte, apuesta por la movilidad compartida como parte de su estrategia de sostenibilidad, con planes para ampliar las flotas eléctricas y los puntos de recarga. Las perspectivas de futuro apuntan hacia una mayor integración de servicios, con la posible incorporación de vehículos autónomos y plataformas inteligentes que optimicen la gestión del transporte en tiempo real.
La movilidad compartida en España y Canarias se presenta como una solución consolidada y eficaz para los retos de la movilidad urbana. Su crecimiento no solo mejora la calidad del aire y reduce la congestión, sino que también fomenta un modelo de transporte más colaborativo y respetuoso con el medio ambiente. Para las administraciones, empresas y ciudadanos, apoyar esta tendencia es fundamental para construir ciudades más inteligentes, habitables y sostenibles.




